Y si los puntos suspensivos solo son dolores que no caben en las palabras, y por eso abuso de ellos, por no abusar de la palabras ya existentes, ya usadas, casi casi rotas.
Porque centrarse en las bellezas y sus sinónimos no sería sino un gesto desobediente por mi parte, y al volver a verlo, desmayarme de desánimo. El crepúsculo no es más que una palabra bonita, tanto como triste.
Porque si al acabar hubiese alguna bienvenida, todo tornaría más ridículo, lo bonito de acabar es no despedirse, que parezca que no acaba.
Maleducados
Pero menos invencibles.
Es tanto que no es, no cabe en sí mismo
Ahora no quiero proponer nada, porque no hay nada que proponer, un sin proyectos eterno, casi como una lechuga en vinagre.
Vergüenza, es un don, un estúpido comportamiento de eternos méritos, siempre se va, y desde ahí pues ya sabes que viene a continuación como una película que ya has visto y no recordabas muy bien, como un humo infestado, todo el expresionismo ya se hizo en el barroco, si dije que el arte ha muerto alguna vez me reitero. Ya no queda nada, solo la esperanza, blanco mal que nunca salió de tu cajita, Pandora de desiertos indiscutibles, que mal te hizo la humanidad, que culpabilidad retienes sobre tu regazo, como un gato al que acaricias mientras muere de hambre, exhausto de tanto temor, el mismo decidió no comer y no seguir jugando a tu juego de miradas de medusa, petrificantes, junto a miles da autómatas que ya nada sienten, ni sus archivos. Somos una bandada de chips alojados en algún sistema, todo da erróneo, una y otra vez. Y la naturaleza paradisíaca se guarda para unos cuantos que pueden pagarlo.
Medias de seda, zapatitos de tacón con lacito, y más cosas que no recuerdo. Antes se pensaba así, ahora no se sabe.
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