DESDE ENTONCES QUEDA UN COMPROMISO NERVIOSO A LAS HORAS DE SOL


Los objetos son una suerte de mecanismos de acompañamiento ligero, como las veces que sólo esperábamos el regreso a la fuente. Un alimento muy por encima de la mera posesión, una experiencia de lo ajeno a lo propio. El lamento de un niño, y las lágrimas y mocos pegados a los bordes de la nariz dibujan las pautas de lo que va del capricho, al equilibrio lógico de la relación de lo externo con la extensión propia.

Yo sólo recuerdo que ya casi era de noche, pero desde un interior infectado de responsabilidades. La pérdida inconstante de la libertad. Pero desde el orden, desde un orden fragmentado y ajeno, y siempre adquirible. Yo ahora sólo puedo ser ese orden.

Ese atardecer yo sólo tuve un Padre. Desde el Padre más absolutista al Padre más anárquico. Sólo he tenido ese Padre.
Y ahora busco que escarmentéis al orden. Y que como en un laberinto invisible pero palpable (gestos de mimo en una plaza llena de palomas) nunca, nunca nadie, consiga salir. Os voy a condenar al ORDEN. Porque vamos juntos a detestar, aborrecer, todo lo que no se le parezca.