TERCER CAPÍTULO (PRIMER BLOQUE) BOCA-BOCA
AVANCE DE TEMPORADA
III. EL SILENCIO DE LOS ALIMENTOS.
Parezco una Venus ancestral. He visto toda mi vida pegada a la pared de un armario a medida, un armario empotrado, y mi vida empotrada también. Me he dedicado a comer todo lo que me gusta, y tengo el vientre hinchado. Creo que es culpa de la sandía. Después el sexo ha sido doloroso casi como un ritual de sacrificio físico, atravesándome hasta la cabeza todo un hilo de escrúpulos perdidos.
Estoy alcanzando un equilibrio que no es natural, como dice el refranero popular, “después de la tormenta siempre llega la calma“, una línea horizontal infinita. Y es verdad, pero no está bien generalizar.
En la final de la Eurocopa ha ganado el Barcelona y la gente grita por la calle entre toda la ausencia de mi intranquilidad de ayer, Se sabe que vas a acabar justo porque empiezas. Ser lógico es una cuestión casi animal, ser plano es un ciervo bebiendo agua fresca y yo lo que necesito, aún hoy, es tener sed.
No hace viento, no se mueve nada, tú nanas pegando la lengua al paladar y no comprendes que llore tanto por un futuro que ni siquiera te pertenece, un futuro que no es tuyo porque es de hace mucho tiempo, y ya no te toca, porque ahora estás escuchando mi voz de madre acurrucarte en tus nanas con el pecho muy pegado al entrecejo y acaricias lentamente entre los dedos un trozo de sábana.
Ayer hice berenjena rebozada y lloraba mientras me la comía, parecía que comía cebolla recién cortada. Ayer la berenjena hizo su efecto y después trabajé toda la tarde.
En el trabajo me reía mucho porque todo era mentira, y nadie se daba cuenta de estar viviendo un simulacro. Hoy todo es más palpable como la sábana entre los dedos, o que el Barcelona gane la copa de Europa contra el Manchester, y los gritos de alegría contrastados. Hoy no ha pasado nada que no fuese cierto.
Rebeca Figueroa
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