Aunque no lo creas estoy,
Centro,
Ciudad de límites establecidos,
No por ello medievales,
Y no estoy en absoluto,
Salté, me opuse,
Todo fue ayer,
Hoy ya no.

He querido besar más,
Dichosa frivolidad,
Cansarme,
Ahora quiero fumar, y escribir una historia nunca escrita, de las de toda la vida.
Cuando te vuelva a ver,
Y tiembles,
Ser.

Todo estaba perfectamente encuadrado, galerías de vidrio, de piano de cola, entre arañas y gritos, y ganarse el cielo a costa del usado surrealismo, quién pensaba en hadas estaba en lo cierto, eran de allí, quién dice que en sueños se equivocaba, estaba allí, viviéndome, menudeándose, inquieta, me aprieta, me muerde, me empuja sin querer y caemos en un túnel hasta el amanecer, mientras poetizo tu cuerpo, te hago curva, antes ya fue pero con ojos azules, no como esta vez, me gusta así más, enternecidos por lo etílico del deseo y le presunción cósmica de una galaxia desobediente. Adoro mi fobia, las arañas, tan común que no me siento rara, por una vez. Es justo el punto de dulzura, lo que callas y yo digo, torturándome, la miel en los labios nunca supo definirse, aunque la reminiscencia pueda producir ardores y pastillas para la acidez.

Pero esta vez quise estar sola,
Recrearme,
Volver a hacerme,
Sin cimientos esta vez,
Para no durar tanto,
Y caer con que sople el viento.

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