Trepabas eucaliptos mientras yo miraba tus abdominales
perfectos.
y eso que siempre me pareciste un miserable,
un héroe,
un mafioso,
el que le tira los tejos a todas,
el que sólo tiene ojos para mi.
Tu labio, el de abajo.
Desadjetivado.
Las ganas de que llueva y no ir a trabajar,
mis ganas, de beberme un bar,
tus ganas, de no oírme.
Los dibujos, por la cara interna del muslo.
Te volvería a encontrar, atravesado en mi cama, ocupando el espacio justo que necesito para dormirme y que sea otro día.
Menos mal, que supe llorar a tiempo, cuando me dijiste que te gustaba una mujer bien preparada,
rasuré todos mis principios,
y la vaselina.
La grieta del techo, de la vecina ,que llevaba tacones por la mañana, a la hora de mi clase de procesos sociales, esa que aprobé mediocremente, para abrocharme más a ti, mientras notaba como pensabas en sus largas piernas y las bragas tendidas (socialmente).
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