Microteatro El microterrenito, por dinero, sin dinero,   nos da igual el dinero, nos gusta el dinero, somos pobres, pero ¿si yo fuera rico?, por supuesto se nos ha ocurrido pasar la gorra después de cada representación, pero no tenemos telón, ni falta que nos hace. Estamos intentando ser nuestros propios efectos especiales, somos muy  modernas, muy clásicas, muy obvia, más raras que perros verdes. En nuestra múltiple capacidad, está la de parecernos a todo, y la de no tener que ver con nada en absoluto. Sólo lo necesitamos como chute en vena, y eso a las tres de la tarde en verano, en el centro de  Madrid, es mucho decir. Os queremos, a todos.

Pronto os diremos donde será nuestra primera cita, queremos claveles rojos en todas las solapas. Rebeca Figueroa, ha escrito también este primer proyecto (microproyecto), para no arriesgar demasiado, ahora todo es micro, y como además contamos con el beneplácito de Le Corbusier, y su menos es más, pues tan anchas. Directora, del grupo y actriz ocasional, y convencida, comparte escena (o lo que sea que tengan a sus pies) con Elisabet Gonzalez Cabezas, mística, escritora, coayudante de dirección y actriz (de musicales propios, como la vida). Las dos juntas, a parte de reírse como dos condenadas, trabajan tanto que son capaces de montar un microteatro, en tiempo record, o microtiempo. Y lo importante hoy día, es trabajar, moverse, darlo todo, aunque no se tenga claro nada más allá de todo ese esfuerzo, que surge altruista, y por lo tanto bellísimo.

La obra, se llama: Lo primero fue el beso, ni el huevo, ni la gallina. Es un microgénesis desesperado, una intervención escénica, que trata, el grito, la risa, la soledad, y las emociones, como si fuese esta noche la última vez. Bésame, bésame mucho. Y sobre todo, una Oda al beso, desinteresada, en medio de toda la alienación humana de estas dos mujeres, que encarnan a cualquiera que se ponga.